sábado, 20 de noviembre de 2010

Pequeñas historias...


Corrieron "outros" y diferentes tiempos en muchos ámbitos de la vida en Trabazos, donde la lengua hablada era fundamental y por ende que tuviera una gran riqueza.

Como el ritmo de vida era mucho más relajado que ahora, siempre había un "ratín" para la tranquila y buena plática, "recachándose" al sol en una de sus "carrunas"; favoreciendo el que historias , leyendas y anécdotas circulasen entre las gentes pasando de unas generaciones a otras. Como aquella ocurrida en un encuentro entre una pareja de jóvenes, donde él hace algún comentario pícaro y jocoso, ante lo cual ella le contesta con otro del mismo tono, diciendo:

"Ayón, ouyiste mistoferrer:

Eiquí te lo tengo,

eiquí te lo trayo.

Y nun te lo doy

por darte regaño".

También estaban las labores del campo, donde se pasaban largas horas en compañía de otros. Recuerdo estar "rozando las cerraduras de los praos" con mi padre, quizá por el mes de Marzo con sus típicas marciadas, ahora lluvia, ahora sol, donde la primavera empieza a empujar al invierno para que abandone y le deje paso. En estas, comienza un mirlo a deleitarnos con su cántico en un gran concierto, después de un tiempo escuchándolo me dice mi padre: "ya chega la primavera, que ya canta el chirlomirlo no alto de Padornela".

Son retazos que se recuerdan cuando surge el mínimo detalle, como al oír en un parque el ronco zureo de un "torcal" o paloma torcaz, recordando una versión aplicada a su insistente parloteo que dice así: "Fuste a la feira; fui, fui; y viste a la novia; vi, vi; y ¿qué ye feciste?; lo que tú nun viste".

O esta otra aplicada al acuerdo entre un "torcal" y un "gayo" o arrendajo, para que éste con sus muchos conocimientos de construcción y destrucción de nidos, le hiciera uno bien hecho para que los demás pájaros no se burlasen de él, en nada parecido al suyo hecho con unos simples palos entrelazados. Mientras el "gayo" trabajaba afanosamente el "torcal" no se iba de su lado, aprobando su buena labor con su constante zureo : "Así, así, sí; así, así, sí". Cansándose finalmente el "gayo" de tanta insistencia se marchó de allí diciéndole con su estridente y agudo grito: "Rayo, si tanto sabes, falo".

Un saludo para todos.

Emiliano