domingo, 19 de junio de 2011

Usos y costumbres... "EL BRUXO".


Puede parecer que retrocediéramos en el tiempo hasta épocas lejanas, en que la protección contra el mal también era encomendada a espíritus y seres mitológicos, junto a ritos y conjuros mágicos. Pero es algo mucho más cercano, aunque el fin sea el mismo. Se trata de una tradición que seguro es ancestral, como tantas otras que se perderán en el olvido, donde está presente uno de los elementos más habituales en este tipo de ritos, que es el fuego. Gracias Lucy, gracias Inés por compartirla.

Se trata de "el bruxo", un "tuero" o tronco bastante grande que normalmente era de roble o encina, seguro centenario como la propia tradición, pues tenía que durar ardiendo toda la Navidad. Se ponía al fuego el día de Nochebuena durando hasta el día de Reyes, por lo que tendría que estar recién cortado para que ardiera poco a poco. La "cernada" o ceniza también tenía sus propiedades, por lo que era recogida para luego ser utilizada en la cocción del lino como elemento blanqueante, para que "aclariara" o blanqueara.

Parece que era importante la posición en que se colocaba el tronco sobre el fuego. Mientras la leña habitualmente era colocada sobre los "murillos" (artilugio de hierro para colocar la leña y airear el fuego, poner los "llumbreiros" o teas, mantener las "tarteiras" de caldo caliente, etc.) según la entrada en la cocina, "el bruxo" era colocado al contrario, es decir, mirando hacia la puerta de entrada (siempre que fuera posible). Esto era así porque de esa manera estaba mejor colocado para vigilar que sólo entraran los buenos espíritus y las cosas buenas, protegiendo la casa, los ganados y también a sus gentes de todo lo malo.

Aún teniendo en cuenta esto, alguna madre y abuela parece que se impacientaba, pues también resultaba un engorro en la cocina "baxa" (en el suelo) por falta de espacio, limitando a su vez el colgar el pote en la "bergancia" o cadena sobre el fuego.

Cabe pensar que esta costumbre o tradición, como otras, tendría una evolución y adaptación en cada lugar y a lo largo del tiempo. En cualquier caso, tengo que reconocer que a mí me parece algo muy bello, que responde perfectamente a una necesidad a la vez muy humana.

Buen verano-invierno para tod@s.

Un abrazo.

Emiliano