ERA
VERDAD; EXISTÍA.
Trabazos. El nombre de un lugar
inevitablemente exótico para mi razonamiento de niño; el nombre de un lugar del
otro lado del mar, me explicaban los adultos, de donde vinieron tus abuelos.
Junto a éste, otras expresiones igualmente extrañas “ayuntamiento Encinedo”,
“La Bañeza”, “Ponferrada”, “Provincia de León”... a propósito, “cachorritos de
León”, nos decía mi padre, a mi hermano Fabián y a mí, y nosotros sólo
atinábamos a imaginarnos al felino rey de la selva.
Y, junto a los topónimos, los apellidos.
Carrera, naturalmente, pero también otros como Cañal o Penabad. Y nombres, y
más preguntas. Nos extrañaba que mi madre, Pilar, no conociera a sus abuelos y
a varios de sus tíos y primos, y sin embargo bien que los tenía presentes;
Gregorio, María Dolores, Tomás, Cesárea, Jesús, Avelina, Pilar, Luzdivina,
Piedad, Angustias, Salvador, Belarmina… Y, para agregar misterio, esos extraños
sobres provenientes de Neuenrade, Alemania, dirigidos a mi abuelo Manuel. ¿Pero
cómo, entonces España o Alemania?
Pasaron algunos años y muchos de los enigmas
continuaban. Trabazos debía ser un lugar muy pequeño como para no estar en
ningún atlas de los que estaban a nuestro alcance. De los nombres citados, sólo
era ubicable León, como para darnos una idea relativamente aproximada de su ubicación;
y, en una ocasión casual, se apareció ante mí, hojeando una enciclopedia, una
fotografía de Ponferrada. Y también alguna confusión con el Trabazos zamorano.
De modo que entonces esos nombres no eran fabulosos…
Pasaron los años y los mayores se fueron
yendo. Mágicamente, tecnología mediante, Trabazos reapareció en nuestro
universo. Primero, cuando hace algún tiempo el google earth nos permitió
ubicarlo exactamente, allí, en una región leonesa llamada La Cabrera,
relativamente cercana a la frontera con Portugal. Allí estaba, y también, muy
cerca, el resto de los nombres que nuestra memoria no había olvidado.
Y de pronto, el blog de Trabazos. Para
acompañar con fotografías, costumbres, relatos, anécdotas, que nos ha permitido
reconstruir una parte importante de la primera vida europea de nuestros
ancestros –que de alguna manera es reconstruir la de nosotros mismos-, y
compartirla junto a nuestra madre. Y cómo no agradecer a Jerónimo, quien tuvo
la brillante idea de crearlo, y a todos los que de una forma u otra lo han
jerarquizado con sus aportes.
Y así, aquel mítico lugar se nos hizo
tangible. Y comenzamos a conocerlo; sus primeras menciones en el siglo XII; su
llamativa arquitectura tradicional, con sus casas de dos plantas -la de abajo
para los animales y la de arriba para las personas-, y sus particulares
balcones; sus dos sectores, el picu
llugar y el fondo llugar,
separados por la canal; su fiesta
patronal, la de Santiago Apóstol, siendo el pueblo en el pasado una posta de un
ramal del camino de Santiago; su antiguo molino comunal; los dichos o refranes
en el dialecto cabreirés o asturleonés que inevitablemente rememora a nuestros
abuelos (“come y ponte gordo –decía divertida la abuela Aurelia- cuando te
llamen, hazte el sordo”); la gaita, tan nombrada, los apellidos característicos
del pueblo; y la noticia de tantas otras familias argentinas con las que
compartimos los mismos orígenes trabazudos.
Y el blog nos permitió además conocer de
nuestra familia (lejana, pero familia al fin, como Trini o Salva); y también
reencontrarnos entre los que no estábamos tan lejos. Y además, saber de su
devenir histórico como parte de la emigración argentina, cubana, alemana y
otras, que lentamente fueron mermando la cantidad de habitantes de la Cabrera,
en una clara muestra de la complejidad de la aventura humana.
Nuevamente gracias por este espacio.
Cordiales saludos para todos.
Pablo Valaco, (hijo de Emilia del Pilar Carrera y nieto de Aurelia Carrera y Manuel Carrera)
En la fotografía, mi tío
abuelo Emilio Carrera Penabad, su hermano Manuel (mi abuelo), y su esposa, mi
abuela Aurelia Carrera de Carrera. En casa de mi tía Esther, en Mar del Plata,
el día de mi tercer cumpleaños, en 1968. Otros de los hermanos están en la fotografía
enviada por Marta Carrera en un post anterior.
Como ya conocen, a partir de
los datos que aportaron Trini y mi primo Marcelo, Manuel llegó a Buenos Aires,
procedente de Vigo. Según consta en la página web del CEMLA, Centro de Estudios
Migratorios Latinoamericanos, lo hizo el 5 de diciembre de 1923 (27 años,
soltero, agricultor) en el vapor Crefeld, junto a otros Carrera del pueblo cuyo
parentesco, por lo menos yo, desconozco: Bernardino (40 años, casado,
agricultor), Cerafín (41 años, casado, agricultor), María (40 años, casada,
“agricultor”) y Sara (26 años, casada, “agricultor”).
Emilio parece que lo hizo,
según la misma fuente, el 25 de octubre de 1928, por algún motivo desde Cádiz
(29 años, soltero, labrador), en el Reina Victoria Eugenia. Y Aurelia, el 1º de
noviembre de 1930, en el Lipari, y desde Vigo.
Correspondencia entre
Trabazudos fechada el 26 de julio de 1963. Del sobrino Salvador en Alemania al
tío Manuel en Argentina.